Romance. (A. Fuentes)
Venía de viaje, venía el tío del Tomelloso. Se acercó a un cortijo, quería comer y a una vieja preguntó. La vieja contestó: ¡ no tengo nada que comer!. Yo esperé que se acostaran el buen hombre y su mujer, y harto al fin de buscar en la alacena encontré, una corteza de tocino mas negra que una sartén. En la lumbre la tercié. la asé y me la comí, y muy traquilo me acosté. A la mañana siguiente cuando aún dormido estaba, entró la vieja gruñendo, |
mil maldiciones echaba, ¡ Abuela !, le pregunté, ¿ qué busca usted con tanto afán ? y ella me contestó con cara malhumorada. Debe saber usted, que almorranas tengo yo y para el alivio de mis penas tenía una corteza de tocino que me dejé en la alacena. Supongan, ustedes señores, el asco y la confusión que me daría al oir la ingrata coversación. ¡Que la corteza de tocino que me comí tan seguro, se la había pasado la vieja treinta veces por el culo!. |